A los colombianos en este momento nos están reviviendo una época de terror que se vivió en los años 80 y 90 hasta que ocurriera la muerte del capo más grande del mundo “Pablo Escobar Gaviria”.
Sí, se trata de una telenovela que transmiten por un canal nacional, que sin demeritar su producción, que es excelente, nos está llevando a un mundo de tristeza, angustia y dolor, porque remembrar momentos tan críticos que vivió el país es revivir esa historia nefasta y oscura de las bombas en la ciudad de Medellín, las matanzas de cientos de policías, civiles y aún más de personas que no tenían arte ni parte en esa historia.
Esta semana, nos han transmitido la muerte de uno de los más grandes del periodismo antioqueño, el señor Guillermo Cano Isaza, Director de El Espectador, su crimen después de 24 años sigue en la impunidad.
Don Guillermo, nació en Bogotá en 1925 y ejerció el periodismo por más de cuatro décadas. Desde los 17 años se vinculó como cronista, en el diario El Espectador.
Su trabajo periodístico lo hizo merecedor de varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo ‘Simón Bolívar’ por su columna dominical ‘Libreta de apuntes’. Desde El Espectador, Cano denunció a los narcotraficantes de los carteles de Medellín y Cali, apoyando abiertamente su extradición a los Estados Unidos.
Esta actitud frente a los grandes capos de la droga le costó la vida. El 17 de diciembre de 1986, a 7 de la noche, luego de salir de las instalaciones del periódico, dos sicarios en una motocicleta se acercaron a su camioneta, le dispararon en ocho oportunidades y huyeron.
Su asesinato fue el inicio de una arremetida del cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar Gaviria, contra El Espectador por considerarlo su enemigo. Como resultado fueron asesinados otros periodistas y algunos funcionarios administrativos del periódico; unos más debieron exiliarse fuera del país después de recibir amenazas. Adicionalmente, el dos de septiembre de 1989 la sede central de ‘El Espectador’ en Bogotá fue destruida parcialmente con un carro-bomba, al igual que una sede de distribución en otro sector de la capital.
Para mí y para muchos antioqueños más, son historias que empañan nuestra ciudad, por lo tanto, pienso, no se deben estar recordando de una manera tan cruel y sanguinaria. La historia debe quedar en los libros, en el pasado, no le revivamos a nuestra juventud, momentos que no deben vivir.