Este pequeño poema, lo encontré en un libro de 1900, que reposa en la biblioteca de mi abuela. Este hallazgo consiste en una bellísima oda de don Juan Antonio Cavestany, académico de la lengua castellana, diputado a cortes, español chapado a la antigua. Oda en el que hace el más entusiasta elogio del “ventaneo” y lo proclama el símbolo hermoso que encierra la gracia divina de toda la tierra española.
La reja, sus hierros, que besa la luna,
allá en la desierta calleja moruna,
encierran misterios y encantos sin fin:
parece que exhalan cubiertos de flores
murmullos de besos, palabras de amores,
promesas de citas y olor a jamín.

Benditas mil veces las rejas hermosas,
cubiertas de albahaca, claveles y rosas,
que aromas derraman y prestan calor
¡Qué moza garrida, qué joven pareja
naciendo andaluza no puso en la reja
el fin de sus ansias y el sello a su amor!
¡Cuán dulces en ellas las noches calladas!
Rumor de suspiros, brillar de miradas,
el largo coloquio de inmenso placer;
la música extraña del blando (1)
que sabe a caricia, que suena a gorjeo
saliendo de labios de aquella mujer.
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(1) ilegible en el microfilme
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